jueves, 22 de febrero de 2018

Rubén

En el agrio palacio de la desesperanza
arduamente desnudo me halló la madrugada,
mi nariz aterida como punta de lanza
para la justa perdida apenas empezada.

No sé yo por qué bailo. No sigo en la danza
y la música llega tenue, descoordinada.
Estas sensualidades son mi nudo en la panza.
Si queda, queda lejos. La luz está apagada.

Me acompañan las memorias de Rubén Darío,
susurros elegantes de aquel poeta mío
que todo lo mentía como se lo bebía,

con cierto aroma espeso de flores del Caribe.
Igual que los instantes, se va lo que uno escribe
al cesto abotagado de la melancolía.




martes, 13 de febrero de 2018

Soneto antiguo

Insinuación perenne de la herida
que me nostalgia y tiñe la mañana,
ni esta costumbre de añorar es sana,
ni estos desvelos pueden ser la vida.

Abruma el cuarto sombra colorida
como presencia nítida y tirana
de quien ya no vendrá. Memoria vana
que inicia una vez más la recorrida

por tiernos monumentos del fracaso,
por la demanda oronda de unos ojos,
por un suspiro de mi aliento escaso,

por el deseo de caer de hinojos
ante la imagen que partió adorada
y dejó en su lugar hebras de nada.



viernes, 9 de febrero de 2018

Vísperas

Tengo, como las hojas de un castaño,
en mi ocasión de ser, roce de fruto,
y un vínculo aterido a las raíces
bajo aroma de pan que se diluye.

Busco, para el instante que atardece,
todo el rojo esparcido de la aurora
y una humedad de selva minuciosa
entre violines de noviazgo leve.

Canto fruición de Arcadia solitaria,
pierdo rebaños de alada blancura,
sufro alacranes de ilusión celeste

Y en un desvelo de pasión mordida
contra repliegues de rencor gastado,
me dispongo a llover, hacia los ángeles.

Tampoco yo sabía si soy nube.



miércoles, 7 de febrero de 2018

Febrero

"Te debo las mejores y quizá las peores horas de mi vida, y eso es un vínculo que no puede romperse".
                                                                                                                        Jorge Luis Borges


El verano me mostró evanescente,.
como todo cuanto arde sin sustento.
Dio a las prisiones de mi pensamiento
son de silencio y ritmo penitente.

En la agonía de un niño inteligente,
en derrames de un árbol ceniciento,
perdido el polen de alba y de contento,
enhebró hilos de ansiedad hiriente

que urden la tela de un otoño seco,
como la sed de Dios o el mar de Marte,
como el recuerdo ajado de los besos.

A nadie ya lastimo cuando peco.
En nada queda el hábito de amarte.
Nunca se extirpa el caos de los huesos.




lunes, 5 de febrero de 2018

Cartel

Voy y vengo
bajo las orquídeas en vilo,
entre secretos
que se aferran a los muros.

No me sostengo.

Acribillo el sigilo.

Muerdo la lluvia seca de los abetos
y los plumajes oscuros
de avestruces que detengo
en el frágil asilo
de mis anclajes escuetos,
sobre la rosa negra de mis apuros.

Apenas mantengo
los cuchillos en filo
de temblorosos sonetos
y cien pensamientos duros
erizan lo que devengo
entre corola y pistilo.

Pétalos indiscretos,
labios inseguros, 
paso de rengo
en los caminos impuros.