“Llego
hasta mí en avión de dos asientos”
dijo
Vallejo, César, el poeta,
con dos
aretes puestos y una teta
prendida a
la semilla de un pimiento.
Si digo que
lo entiendo, acaso miento.
No sé si es
un demente o un esteta,
un peruano
enredado en un cometa
o un
arcoíris que se vuelve ciento.
Hijo del
cuerpo, abuelo de palomas,
niño
afiebrado defecando comas,
esposo del
morir, novia sin dote,
se fugó de
la iglesia con las cabras
y se abocó
a saborizar palabras
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