viernes, 16 de enero de 2015

A quien corresponda


 

Un fósforo ya no semeja el sol.

 

Tal vez yo no tenga la culpa

de todos los  malestares y frustraciones

del reino.

Y si hay un día para arrancarse

el cactus de la planta de los pies

es éste.

 

Suelo recordar que fui considerado,

cariñoso y atento.

Pasé de moda, definitivamente.

 

Y sin embargo, todavía,

o, sobre todo, ahora,

puedo cantar y bailar con razonable gracia,

cuando el índice del juez no presiona mi entrecejo

para hacerme sentir lo mal que hago las cosas.

 

Las burbujas de la celebración

estallan en un aire yermo,

 pero los buenos deseos persisten

como es la costumbre

en tantas otras cosas

inútiles.

 

Enero oscila entre la fiesta y el agobio

según en qué terrenos apaciente,

y, como siempre,

en el vacío íntimo y constitutivo

que nos yergue,

el atávico poema de la incertidumbre

se recita solo.

 

Fuimos la Eternidad

y nos mató el segundo.

 

Qué pena.
 
 
 
 



martes, 13 de enero de 2015

CASTING


 

Es importante

evaluar objetivamente

todas las alternativas

habida cuenta

de que el elector inefable

-ubicado en el alma

o el corazón

según las convenciones

y recurrencias poéticas-

se decantará sin ambages

por la menos indicada

y solicita argumentos

para justificar
 
el despropósito.



viernes, 9 de enero de 2015

La poesía


 

La poesía es un exceso de existencia

redentora de obsesiones y de vicios.

Mi vicio y mi obsesión

y pájaro de fértil geometría

en espacio vedado inmiscuido

para la absolución en los colores

de una carne que vuela sin la pluma.

 

Dame palabras en donde se acaba

la galaxia y la flor y el hundimiento.

Digan lo que digan estos nuevos tiempos

del pecado al dolor voy por la culpa.

 

Un óxido de azúcar sonrosada

me corroe la voz, entonces huelo

cierta fiebre de allá, de donde importa
 
y asumo la plegaria en tanto empieza.




jueves, 8 de enero de 2015

El sexo


 

 

El sexo es un impuesto.

Yo lo puse en el débito automático.

No entiendo las facturas

que imprime en carne, ni su afán numérico

o su idea del amor

o la abstrusa descripción de servicios

que pretende prestar

la turbia imbricación de sus acciones

y ocultos estatutos.

Sí he notado el esmero que distingue

su faz publicitaria

en voces, en carteles,

en luces, en ataques

y en tanta innovación como pergeña

su oficina central, siempre de turno.

Pido el soporte técnico.

A veces da señal satisfactoria

pero no soluciona

el problema de fondo
 
que, claro, ni siquiera sé cuál es.