lunes, 30 de enero de 2017

Sin Dalila

Esta soledad está bien construida.
Puertas y ventanas permanecen trabadas.
Un ritual se apresta en la penumbra,
podríamos llamarlo "hecatombe sentimental".
No pasarán los gritos. Nadie verá la sangre
ni la tela rasgada ni los miembros dispersos.

Sansón hizo su gloria de un templo como éste.

Never Mind

Tengo que olvidar el abrazo dulce, aniñado,
que prometía la complicidad imposible,
la mirada sostenida, el ensueño a tu lado,
y tu reclamo de amor violento si inaudible

mientras que, de algún modo furtivo, me admirabas
y con suave constancia me escrutabas el gesto
y tu broma, y tu risa, y tu intención me las dabas
y nada me anunciaba que se acababa en esto.

Pero no olvidaré que podíamos amarnos
en mantas hiladas de hipotético futuro
donde ya sin tumulto, nos tocaba encontrarnos

cuando, por no enclavarte todavía en lo duro,
o porque me viste abatido -sólo por eso-
a las cuatro de la mañana, me diste un beso.

jueves, 26 de enero de 2017

Afrancesado

Todo estaría muy bien
si no fuera
porque quiero respirar
y me cuesta tanto.
Como si la caja desconociera
la vocación de abrirse
o el aire se amedrentara
en la nariz y la boca.
Un cardo
se atraviesa en la laringe
y el tallo hurga
esternón adentro.
Coros griegos
muerden mis orejas
y ambos pies se atascan
en la cera derretida
de todas las velas del Siglo XIX.
Como si Víctor Hugo
entrenara boxeo en mi cara
o Stendhal me condenara
a la celda más oscura
de una Cartuja,
por votos hechos en sueños
ante el manto carcomido
de las vírgenes ahumadas.

Duermo en calas ásperas
y amanezco en fados
y voces andaluzas.
Salgo a la calle y canto.
La gente se asusta.
Aparco en mi escritorio
y el más duro se apiada
por un llanto que asoma
y no se atreve.

Todo estaría muy bien
si no fuera porque,
contra todo pronóstico,
el corazón no aprende nada.

Estoy hablando del mío, claro.
Mi corazón es un imbécil
pero no quiero decírselo
porque se ofende.

martes, 24 de enero de 2017

On screen

Acaso aparento filo, reborde y espina.
No quiero lastimarte.

O se me embebe el deseo en vino,
angustia y azucena.
No quiero lastimarte.

Me ves aura de poder o prestigio
a deshacerse
en sombras entibiadas del otoño.
No quiero lastimarte.

Ahora conozco tu lado B,
ese chasquido que rompe la máscara
de las amabilidades dulces
y te monta en un pulso
de balbuceo metálico.

No quiero lastimarte.

Te hicieron cosas muy malas.
No sé cuáles.
No sé quiénes.
Te aventuraste en laberintos
que multiplican las curvas
y mienten los escapes.
Apoyás la frente
en los cristales sucios
y volvés al pozo de donde brota el polvo,
entre amigos que no son,
pisando barbas, guitarras y mugre.

Yo no quiero lastimarte
aunque un beso mío
pueda limpiar la herida
y hacerla más visible.
Aunque si te aprieto un poco
tengas que gritar o llorar
como hacían las muñecas antiguas.

Eso que querés decir
y no podés
lo escucho casi.
Lo que intentás escribir
y no llegás
empieza a figurarse ante mis ojos.

Quiero besarte, sí.
Acariciarte, abrazarte,
leerte, sentirte y escucharte.

No quiero lastimarte.

Pero el amor da miedo,
y rueda películas
de final incierto.

domingo, 22 de enero de 2017

Oíd mortales

Libre al fin
como para entalcar senderos
de hormigas y esmeraldas
como para desmenuzar rosas con los dientes
como para quemar mis yemas
en las estrellas lejanas
como para rozar pestañas
con la punta de mi lengua
como para negar que sé lo que sé
como para sucumbir a la angustia
sin que nadie lo note
o a nadie le importe
como para mostrarme calmo
si me dicen una cosa y la contraria
y no soltar el llanto luego
por miedo a que -libre él también-
no se detenga
libre para colarme en la trituradora
de los encantos y distracciones
libre para el beso que no esperaba
y para el que mendigo y se me niega
libre para morder limones en tus dedos
libre para las páginas desordenadas
y la mala ortografía
libre para fantasías eróticas o suicidas
y para tus abrazos, que son más prácticos
porque me dejan muerto
sin auxilio de coraje ni logística
libre para llamar a tu puerta
una y otra vez
diciendo: "-Soy el amor. Y te hago falta."

lunes, 16 de enero de 2017

Lunes de exorcismo

Lo tengo difícil:
he confundido
la imagen centro
de mi religión
con tu persona.
Tracé la ceremonia
para ungirte
y comulgué
docenas, si no cientos
de veces.
Me atribuías rol de centurión
y yo pintaba amorosamente
sobre tu espalda
las heridas que mi látigo
no haría.
La liturgia exultaba
cuando venías, lento y leve,
casi levitando,
hacia mí.
Y yo lloraba
una y otra vez.
Lloraba.
Lloraba como para que las lágrimas
me borraran entero
y ser sudario humilde
hacia tu divinidad inducida.
Lloraba como para diluirme
en tu caudal de agua verde
y perderme en sumideros
de tu ego mal pavimentado.
Lloraba feliz,
porque ascendía.

Antes me había revolcado
en los versos hidalgos
que esperaron cuatro siglos
a que los hiciera vibrar en tu cuerda,
a serpentearte las bóvedas
claras y espumosas,
a delinearte prodigio
ante los públicos.
Entonces amarte
era dulce y casi razonable,
aunque me volviese miserable
con quien más me quiso.
Perdí, por eso, todo y a todos.
Me amputaba por fuera y por dentro.
Vos me acusabas de lamentarlo.

Luego -años después-
sentí que debía
adorarte y dejar de poseerte
porque mi sexo soliviantaba
tu ambicioso arsenal de súbitos demonios,
y ese celo con que me exigías
una esclavitud a la que,
mal que mal,
me resistí.
Lo tengo difícil
porque, sin carne,
Eros fue más puro.
Me adoctrinaba nuestro héroe:
"Amor en obras consiste."
Así te di esas obras
y mi amor,
mi consistencia,
mientras tu policía vigilaba
que algún deseo no fuera a distraerme.
Tenías razón.
Puedo ver belleza en otra parte
y puedo amar
sonrisas menos histriónicas y duras.
Un colibrí puede borrar
de mi cera tus encantos.
Podré también
desandar el sendero
de tu trampa.
Eso siento y espero.
O lo decreto.

¿Cuál es la gota que rebasa el vaso?
¿Quién el bueno, quién el malo?
Planteaste ese juego durante años
y me adjudicaste lo segundo, pero...
¿Cómo averiguarlo?
No sé...
Lo tengo difícil.
Hice votos de fe por tu nobleza.
Habría que probar a adoptar mascotas semejantes
y ver qué carácter toma la de cada uno.
O llegar a lo que pasó ahora.

Cuando asumí el gran desafío
me dedicabas insulto subrepticio:
"-Ojalá te mantengas limpio."
Te esmeraste
por untarme en barro
y decidiste abusar
ya con extremo.
Me ocupaste la casa
y apuntaste a mi frente.
Estuvimos a un suspiro
de que usaras mis despojos
como alfombra.

Me fue de gran ayuda.

Puedo ser de pronto avaro y usurparte este día.
También a mí 
hoy me toca renacer.

Y quizá sí nos amábamos los dos.
Yo, para dártelo todo.
Vos, para arrancármelo.

Aujourd'hui,
maintenant,
c'est fini.

Voilà.


martes, 10 de enero de 2017

Última foto

En términos actuales,
el cuento es éste:

Andábamos por el mundo.
Yo te tomaba fotos.
Vos te hacías selfies.

¿De qué me asombro?

Cierto que -con mi cámara,
no con la tuya-
si yo te lo pedía,
me enmarcabas en el paisaje.

Miro ahora esos retratos
y hasta se me adivina feliz.

De eso me asombro.

Esquilo XXI

En alto y rosa los carteles de mi amor.
En blanco pobre el jazmín de mi vergüenza
y un coro de trescientos que me salió al paso.
No saben versos ni coreografías
pero entre angurria, envidias y torpeza
bien pueden alumbrar una tragedia.

lunes, 9 de enero de 2017

A contratiempo

Hombre que cree en la vida privada
y hace sagrado de la intimidad;
a quien la fama no le gusta nada;
hombre que es hombre de la soledad;

que ama al santo de música callada
y vive en guerra con su vanidad;
lame su herida mal cicatrizada,
grita en el ojo de la vacuidad

y hasta maldice si ha de ser artista.
Sabe que, al fin, eligió poca cosa
y abre su centro casi sin remedio

donde trasluce el alma, nunca lista
para la sangre fría de una rosa
que lo aromó de penas y de tedio.

domingo, 8 de enero de 2017

Resumen y Balance

Coincidíamos en esto:
yo me desvivía por tu persona y tu carrera,
vos te desvivías
por tu persona y tu carrera.
Mi buen deseo iba con vos doquiera,
tu mal deseo
quedaba conmigo
para cuanto no buscara
específicamente
tu gloria y brillo.
Sin embargo
debía quedar claro
ante todo y ante todos
que tu amor era más grande,
acaso por la constancia
del escándalo nocturno
si mi perfidia
suspendía tu adoración
para abrir un libro en la antesala del sueño,
una de esas tantas costumbres mías
insportables.
Como insoportable acabó siendo
tu ser de carne
para mi estúpido carácter,
mientras tu ser ideal
campea por mi alma
en imperio
rara vez interrumpido.
Al parecer
llegó mi reemplazo
y quisiste presentármelo
en mi lugar más delicado,
de sorpresa
y delante de la gente,
quizá para hacerme el favor
de obligarme a entener
que nunca tendrías
una mínima consideración
por mí.
Lo merezco,
si ya dejabas consignado
en los primeros días
-hará unos once años-
que yo nunca te querría
lo suficiente.

¿Quién podría?

domingo, 1 de enero de 2017

Hors mis le DSM

Hay un problema en mi psicología,
cierta afición al borde del abismo,
al fuego, al torbellino, al rayo, al sismo...
Hay una voluntad que no es la mía

y pone el pie donde yo no querría,
pone en mi labio sed de cataclismo,
pone al volante un loco, y da lo mismo
lo que protesto, y si esta boca es mía

puesto que ya no puedo decir nada
estando la baraja trastornada
y los dados frotándome las sienes

con números que exceden toda cuenta
y un deseo que a oscuras se reinventa
haciendo caso a otros -no sé quiénes-.