lunes, 16 de enero de 2017

Lunes de exorcismo

Lo tengo difícil:
he confundido
la imagen centro
de mi religión
con tu persona.
Tracé la ceremonia
para ungirte
y comulgué
docenas, si no cientos
de veces.
Me atribuías rol de centurión
y yo pintaba amorosamente
sobre tu espalda
las heridas que mi látigo
no haría.
La liturgia exultaba
cuando venías, lento y leve,
casi levitando,
hacia mí.
Y yo lloraba
una y otra vez.
Lloraba.
Lloraba como para que las lágrimas
me borraran entero
y ser sudario humilde
hacia tu divinidad inducida.
Lloraba como para diluirme
en tu caudal de agua verde
y perderme en sumideros
de tu ego mal pavimentado.
Lloraba feliz,
porque ascendía.

Antes me había revolcado
en los versos hidalgos
que esperaron cuatro siglos
a que los hiciera vibrar en tu cuerda,
a serpentearte las bóvedas
claras y espumosas,
a delinearte prodigio
ante los públicos.
Entonces amarte
era dulce y casi razonable,
aunque me volviese miserable
con quien más me quiso.
Perdí, por eso, todo y a todos.
Me amputaba por fuera y por dentro.
Vos me acusabas de lamentarlo.

Luego -años después-
sentí que debía
adorarte y dejar de poseerte
porque mi sexo soliviantaba
tu ambicioso arsenal de súbitos demonios,
y ese celo con que me exigías
una esclavitud a la que,
mal que mal,
me resistí.
Lo tengo difícil
porque, sin carne,
Eros fue más puro.
Me adoctrinaba nuestro héroe:
"Amor en obras consiste."
Así te di esas obras
y mi amor,
mi consistencia,
mientras tu policía vigilaba
que algún deseo no fuera a distraerme.
Tenías razón.
Puedo ver belleza en otra parte
y puedo amar
sonrisas menos histriónicas y duras.
Un colibrí puede borrar
de mi cera tus encantos.
Podré también
desandar el sendero
de tu trampa.
Eso siento y espero.
O lo decreto.

¿Cuál es la gota que rebasa el vaso?
¿Quién el bueno, quién el malo?
Planteaste ese juego durante años
y me adjudicaste lo segundo, pero...
¿Cómo averiguarlo?
No sé...
Lo tengo difícil.
Hice votos de fe por tu nobleza.
Habría que probar a adoptar mascotas semejantes
y ver qué carácter toma la de cada uno.
O llegar a lo que pasó ahora.

Cuando asumí el gran desafío
me dedicabas insulto subrepticio:
"-Ojalá te mantengas limpio."
Te esmeraste
por untarme en barro
y decidiste abusar
ya con extremo.
Me ocupaste la casa
y apuntaste a mi frente.
Estuvimos a un suspiro
de que usaras mis despojos
como alfombra.

Me fue de gran ayuda.

Puedo ser de pronto avaro y usurparte este día.
También a mí 
hoy me toca renacer.

Y quizá sí nos amábamos los dos.
Yo, para dártelo todo.
Vos, para arrancármelo.

Aujourd'hui,
maintenant,
c'est fini.

Voilà.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aquí estamos.