domingo, 8 de enero de 2017

Resumen y Balance

Coincidíamos en esto:
yo me desvivía por tu persona y tu carrera,
vos te desvivías
por tu persona y tu carrera.
Mi buen deseo iba con vos doquiera,
tu mal deseo
quedaba conmigo
para cuanto no buscara
específicamente
tu gloria y brillo.
Sin embargo
debía quedar claro
ante todo y ante todos
que tu amor era más grande,
acaso por la constancia
del escándalo nocturno
si mi perfidia
suspendía tu adoración
para abrir un libro en la antesala del sueño,
una de esas tantas costumbres mías
insportables.
Como insoportable acabó siendo
tu ser de carne
para mi estúpido carácter,
mientras tu ser ideal
campea por mi alma
en imperio
rara vez interrumpido.
Al parecer
llegó mi reemplazo
y quisiste presentármelo
en mi lugar más delicado,
de sorpresa
y delante de la gente,
quizá para hacerme el favor
de obligarme a entener
que nunca tendrías
una mínima consideración
por mí.
Lo merezco,
si ya dejabas consignado
en los primeros días
-hará unos once años-
que yo nunca te querría
lo suficiente.

¿Quién podría?

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