sábado, 29 de noviembre de 2014

Por si las moscas


 

El verano vendrá con cucarachas

gordas y voladoras.

Sólo los avispados

las prensarán de su pie.

 

Comienzo una etapa

completamente diferente

y mi plan es

seguir equivocándome.

 

La humedad en aire es tanta

que da pereza llover.

Agudo cínife esquiva

nuestra bruma repelente.

 
Sólo quien puede hace roncha.





viernes, 28 de noviembre de 2014

Exorcismo


 

Mentí. Mentí. Mentí de muchos modos

sólo por no mostrar las manos sueltas

de las muñecas; los pies impedidos

en su plinto de cera huracanada

o la cabeza en su melindre oscuro

de ácidos rancios que la convulsionan.

Me almidoné de un paso normalito

con el vientre horadado en una espuela

y ese frío incrustado en las orejas

 con cierta majestad que fosforesce.

Olí a Satán en todas las esquinas

sobre un miedo de carpas y merluzas

pero igual sonreí como los charcos

cuando los pisa el sol omnipotente.

 

Había que jugar a ser humano.

 

-¿Paga quien pierde.?
                                 -Según cómo mires.




jueves, 27 de noviembre de 2014

Pride Parade

 
El orgullo es un niño que merece
uno a uno los golpes que recibe;
dientes de sarro, muerde más que escribe;
en agua pútrida respira y crece.
 
Brisas mentidas en las que se mece;
cuestas rugosas que da en su declive;
espejo trampa sobre el que percibe
prietos engaños que a sí mismo ofrece.
 
En los umbrales de lo indiscutible
su caprichito mueve a rebeldía;
empecinado hasta lo inconcebible
 
ve sus satélites en pleno día.
Hace pucheros, pero no hay que darle
 
caricia alguna; siempre hay que pegarle.





miércoles, 26 de noviembre de 2014

Homeopatía


 
 

El musgo suelta cierta perplejidad de caos

y se lanza al embudo de un frasquito desastre.

Luego, tapita, rosca y alacena de olvido

a espera de recetas que ignoran los doctores.

 

Y si ahora me digo que soy un poeta
 
ahí nomás vengo detrás y me discuto.




martes, 25 de noviembre de 2014

Colón Colón



 

Con cierto rubor extra de niñez a destiempo

asomado a balcones de la casa faltante

escoltado en malvones y geranios de otrora

como los que mi abuela mimaba infatigable

me aferro a una esperanza que sin duda atardece.
 

Es la tierra que rota, no el astro que abandona

después del hundimiento de orgullo y carabelas.
 

Para eterno matrimonio de sal y mejillas

cuanto más alejado el mar, más salpica

sus espumas alzadas en furia matemática.

 
Impotencia marmórea de estatua derribada.




lunes, 24 de noviembre de 2014

Un globe à la couleur changée




Siempre lo quisiste malo.

Eso viene con el hombre,

como aprendías en casa.

 

Ahora ya no te sirve

como símbolo de pena

o razón de mal destino.

 

Cuando tu baba de rabia

y tu cántaro frustrado

socavan en otro cauce,

 

abrís un poco la mano

y se fuga como un globo

hacia los prismas vacíos.

 

Lleva la color cambiada

desde el día, según cree,

en que lo miraste fijo.

 

Abunda en alternativas.

Puede ser que se desinfle

y también puede que explote

 

pero son suposiciones.

No hay suceso sin testigos

ni se vibra lo remoto.

 

Te toca morder aplausos.

Todo mundo es una escena

 
Shakespeare dixit. Salve Will.






sábado, 22 de noviembre de 2014

Agnosia

 
No sé por qué Dios siempre me habla tanto
cuando sabe que no presto atención.
No sé por qué me asomo a la canción
cuando la timidez me hiere el canto.
 
No sé de qué frutales me atraganto
cuando le lamo el borde a la pasión.
No sé por qué protesto en la prisión
cuando asemejo libertad y espanto
 
y en cambio sé de agujas invisibles
que descentran la luz en las pupilas;
sé con qué grito se mueren las lilas;
 
sé que las piedras quieren ser sensibles;
sé balbucir los poros de la historia
 
y sé el color del aire de memoria.
 
 
 
 
 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Noviembre


 

Noviembre. Tilos tomando la calle.

Los alérgicos en la encrucijada

se raspan con la tarde estornudada,

una mano de almíbar en el talle.

 

Zanahoria de amor sin quien la ralle

les señala la frente despejada.

La espesura del aire, atolondrada

les abstrae los huesos y el ventalle

 

y los alérgicos se desperezan,

dos ramos de jazmines en la palma

donde el surco fatal se desdibuja.

 

En Santa Rosa las viejitas rezan.

Su María bizantina les da calma
 
aunque el tiempo amarillo las estruja.




miércoles, 19 de noviembre de 2014

Romance de Federico


 
a mi madre

 

Federico frunce flores
con tenacitas de cera
y cal de Fuentevaqueros.
Tamarit. Granada. Sierra.


Federico me transfunde
lumbre de sus azucenas
y se me nieva la sangre
con alarido de perlas.
Hay gusanitos de almizcle
perdidos en las almendras.
Por el ombligo me sube
llanto de noche serena
y un rechinar de collares
me desmenuza las vértebras.
Federico no me muere.
Faltan cadáver y piedra.
Se nos escapan las balas
como abejas sin colmena
o gotas de las encinas
o trepo de enredadera.


¿Dónde va la Dama Boba
sin barraca ni calesa?

¿Qué sabrá su Marianita
o Rosita, la soltera,
o la esposa que no es madre
o esa otra, zapatera?
¿Qué sabrán los de las bodas
y las hermanas que encierra
Bernarda, todas de luto,
ahora sí sin quien las quiera?
¿Qué sabrá nadie de nada
si la dalia mensajera
se transparenta en el aire
y se deshoja en su puerta?


Así que pasen cinco años
me vestiré de canela
y saldré con Federico
a atragantarnos de selva
y de asfalto neoyorquino
y de aquiescencia porteña.
Se vendrá Juana la Loca
para amputarse la pena.
En la boca, un sacramento
de escarabajos y seda
o de alfajores mordidos
por las olas malagueñas.


¡Cuánto olor a Federico
en el silbo de la siesta!
Se agazapa en los jazmines
el ladrido de las perras
y adentro, las mariquitas
ondulan como sirenas.
Los relojes derretidos
de Dalí, van en carpeta
a pulmoncitos de niño,
al trapo de las banderas.


No me mires, Federico,
que un bisturí de frambuesa
me punza los lagrimales
y me traba la carreta.
Sólo dame de tus dedos
el pulso que no escarmienta
y una firma de gaviotas
con espuma verbenera.


Me acurruco, Federico,
en tu rincón de pimienta.
Hormiguitas de fatiga
me van bordando las piernas.


Soñaba yo, Federico,
el álgebra sin las cuentas
y pico de colibríes
en relicario de menta.
Trompas rosas de elefante
iniciaban una orquesta
y se calzaban los cisnes
bufanditas de tormenta
al cuello tornasolado
en volutas de manteca.


No me hablen de La Colonia
o de Viznar, o de aquella
sardina negra atrapada
en un caño de escopeta.


Merendemos con Mariana
en la Alhambra, o en la cuesta
si la subida se traba
por caprichos de la niebla.

 

Como un verde miriñaque

la tarde se balancea.

Las cinco. Siempre las cinco

y tu nombre que resuena

¡Federico! ¡Federico!

Te busca siempre la tierra

con su mano los tobillos.

Te hunde porque te venera.

Te esconde para acunarte,

pequeño de las tijeras

de pétalos y diamante,

y de gracia sonajera.

 
Federico frunce flores
con tenacitas de cera
y cal de Fuentevaqueros.
Tamarit. Granada. Sierra.





martes, 18 de noviembre de 2014

Iglú


 

 

Hice mi casa

con terroncitos de azúcar.

Ocurre que llueve.

 

Prodigio que pasa.

Sólo un blanco reloj se quiere quieto.

El resto se mueve.

 

Dulce goteo

de rugosa guarida diluida.

Savia que se va.

 

Solo me veo,

y borroso también, muy desde lejos.
 
La nada es acá.




sábado, 15 de noviembre de 2014

2 de noviembre


 

la juventud, no hace tanto,

ciertas oportunidades

si es que de veras lo fueron,

los juegos y los amigos,

los premios y los dineros,

los vicios... y, sin embargo,

de todo y tanto perdido

nada quema donde falta

con punzada tan aguda

como esa cursi abstracción

que llamamos “inocencia”.

 

Quién apoyara en su sombra

alguna camelia blanca

como se entra al cementerio

de la mano de una abuela

y allí se leen, bajito,

los amores y los nombres

que dejaban al pasar
 
los ajenos y los nuestros.



martes, 11 de noviembre de 2014

Après-midi


 

Pasado el mediodía, hace dolor.

Parece que el teléfono suspira

sin sonar. Una lámpara que gira

rasguña por el techo su escozor.

 

El silencio no es puro, ni el sopor

que repta hacia la noche y no la mira

porque la teme. En el rincón transpira

una sombra enmarañada en vapor.

 

Las palomas arpegian la ventana

y traen gris oscuro del asfalto.

La sirena que chilla es muy lejana

 

y algún avión que pasa va muy alto,

como los filos de algún pensamiento
 
que se pretende flecha, o nube, o viento.





lunes, 10 de noviembre de 2014

Polar

 
Oso blanco, mi hielo se derrite.
Pierde color. Se va. Se resquebraja.
Este calor no sé de dónde baja.
No doy un paso ya. No hay a quién grite.
 
No puedo fantasear con el desquite.
No tengo rostro para quien me ultraja.
Quisiera ya hibernar en una caja
de estrellas frías, o de buen confite.
 
Los ojos se me escapan tras los peces
y no acierto a pescar. Hay unas aves
que me vuelcan su canto lastimero
 
y se hunden en el mar. Hay pequeñeces
flotando entre las algas, como llaves
 
de un reino que intenté pero no espero.






sábado, 8 de noviembre de 2014

Toledo


 
a Jorge Oesterheld

 

En el sueño no importa

lo que se dice ni lo que sucede.

La razón queda corta

y el sentimiento puede

apretar la verdad que lo precede.

 

Nubla mi panorama

severo arpón que el esternón incrusta.

No hay paz en esta cama

y al fin lo que me asusta

es asumir que el mundo no me gusta

 

y lo traje conmigo

al templo profanado de estos sueños

donde no oigo ni digo

ni sigo mis empeños

atrapados en témpanos sureños.

 

Lo auténtico es difuso, 

se vislumbra en rocíos fantasmales

sobre fondo inconcluso

y turbios ventanales

quebrados en reclamos virginales.

 

El vidrio cincelado

por la fuga de inquietas cicatrices

relame su costado

que encastra en los deslices

de remotas y absurdas directrices.

 

Una cinta de acero

transporta remanentes del olvido

hacia el puerto primero

de lo no concebido

que a fuerza de no ser, es más querido.

 

Las aguas estancadas

se quedan esperando el desagote.

Las palabras calladas

y las furias en brote

fraguan un torniquete en el cogote.

 

Queda rasgar las mantas

manchadas y ateridas del encierro.

Ni son fuertes ni tantas

pero abrazan el hierro

y te llevan al próximo destierro.

 

Y luego, lo esperable.

Oficio maternal de unas mujeres.

El arrobo inefable.

El premio que no quieres

y un cepo en que te mueres si no mueres.

 

Por tan poco y por tanto

trasuntan las imágenes divinas.

El Diablo te hace santo

husmeando en las letrinas

que esmaltaste de azahares y glicinas.

 

Y es simple el exorcismo.

Fuerza perdida y alma anonadada.

Ya no serás el mismo.

Soberbia derrotada
 
y abierta la extensión no frecuentada.





lunes, 3 de noviembre de 2014

Fontiveros


El núcleo tiritando,

las uñas en la cal del muro espeso,

negruras cavilando

sin ánfora ni beso,

pantanos interiores atravieso.

 

Ni el ánade que vuela

ni el verde resplandor que se suscita

como una dulce tela

fragante e infinita

se ocupan del temblor que no se quita.

 

Tampoco los azules

que abrazan las alturas en campana

penetran estos tules

de neblina malsana

que no despeja tarde ni mañana.

 

Un claro pensamiento

se anega en veinte sátiras confusas.

Los errores son ciento

y miles las excusas,

millones las tareas inconclusas.

 

El ímpetu se pierde

en esta caminata fatigada

por el lobo que muerde

la pierna atenazada,

la mano de su dueño distanciada.

 

Acribillada en tedio,

la entraña comprimida que no alcanza

a romper el asedio

ni a equilibrar balanza

despunta sin embargo una esperanza

 

y la canción del fuego,

su pacto de amarillo con las flores

se perfuma en sosiego

de nítidos licores
 
que pasarán lavando estos dolores.





sábado, 1 de noviembre de 2014

Moyen Age


 

 

Caballero cristiano se purga en la derrota.

Viene a saber entonces qué poco es lo seguro.

Viene a pensar qué necio es andarse con apuro.

Viene a sentir presencia que por el aire flota

 

sin darse a ver. La granada de humildad explota

entre sus vértebras, tras el golpe seco y duro

de la vergüenza. Después, un hormigueo puro

de alba interior hace costura a su carne rota

 

y a la cueva pequeña del místico se arrima

para dormir dos horas, comer unas raíces

y meditar. La nieve muerde sus pies desnudos.

 

Tan sólo un manto lánguido hay para echarse encima.

No queda ni el anhelo de otros días felices.
 
Estos son los verdaderos. Los de Dios. Los más crudos.