El núcleo
tiritando,
las uñas en
la cal del muro espeso,
negruras
cavilando
sin ánfora
ni beso,
pantanos
interiores atravieso.
Ni el ánade
que vuela
ni el verde
resplandor que se suscita
como una
dulce tela
fragante e
infinita
se ocupan
del temblor que no se quita.
Tampoco los
azules
que abrazan
las alturas en campana
penetran
estos tules
de neblina
malsana
que no
despeja tarde ni mañana.
Un claro
pensamiento
se anega en
veinte sátiras confusas.
Los errores
son ciento
y miles las
excusas,
millones
las tareas inconclusas.
El ímpetu
se pierde
en esta
caminata fatigada
por el lobo
que muerde
la pierna
atenazada,
la mano de
su dueño distanciada.
Acribillada
en tedio,
la entraña
comprimida que no alcanza
a romper el
asedio
ni a
equilibrar balanza
despunta
sin embargo una esperanza
y la
canción del fuego,
su pacto de
amarillo con las flores
se perfuma
en sosiego
de nítidos
licores
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí estamos.