la
juventud, no hace tanto,
ciertas
oportunidades
si es que
de veras lo fueron,
los juegos
y los amigos,
los premios
y los dineros,
los
vicios... y, sin embargo,
de todo y
tanto perdido
nada quema
donde falta
con punzada
tan aguda
como esa
cursi abstracción
que
llamamos “inocencia”.
Quién
apoyara en su sombra
alguna
camelia blanca
como se
entra al cementerio
de la mano
de una abuela
y allí se
leen, bajito,
los amores
y los nombres
que dejaban
al pasar
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