Hice mi
casa
con
terroncitos de azúcar.
Ocurre que
llueve.
Prodigio
que pasa.
Sólo un
blanco reloj se quiere quieto.
El resto se
mueve.
Dulce goteo
de rugosa
guarida diluida.
Savia que
se va.
Solo me
veo,
y borroso
también, muy desde lejos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí estamos.