Mentí.
Mentí. Mentí de muchos modos
sólo por no
mostrar las manos sueltas
de las
muñecas; los pies impedidos
en su
plinto de cera huracanada
o la cabeza
en su melindre oscuro
de ácidos
rancios que la convulsionan.
Me almidoné
de un paso normalito
con el
vientre horadado en una espuela
y ese frío
incrustado en las orejas
con cierta majestad que fosforesce.
Olí a Satán
en todas las esquinas
sobre un
miedo de carpas y merluzas
pero igual
sonreí como los charcos
cuando los
pisa el sol omnipotente.
Había que
jugar a ser humano.
-¿Paga
quien pierde.?
-Según cómo mires.
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