Hay un problema en mi psicología,
cierta afición al borde del abismo,
al fuego, al torbellino, al rayo, al sismo...
Hay una voluntad que no es la mía
y pone el pie donde yo no querría,
pone en mi labio sed de cataclismo,
pone al volante un loco, y da lo mismo
lo que protesto, y si esta boca es mía
puesto que ya no puedo decir nada
estando la baraja trastornada
y los dados frotándome las sienes
con números que exceden toda cuenta
y un deseo que a oscuras se reinventa
haciendo caso a otros -no sé quiénes-.
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