jueves, 8 de enero de 2015

El sexo


 

 

El sexo es un impuesto.

Yo lo puse en el débito automático.

No entiendo las facturas

que imprime en carne, ni su afán numérico

o su idea del amor

o la abstrusa descripción de servicios

que pretende prestar

la turbia imbricación de sus acciones

y ocultos estatutos.

Sí he notado el esmero que distingue

su faz publicitaria

en voces, en carteles,

en luces, en ataques

y en tanta innovación como pergeña

su oficina central, siempre de turno.

Pido el soporte técnico.

A veces da señal satisfactoria

pero no soluciona

el problema de fondo
 
que, claro, ni siquiera sé cuál es.





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