Hoy empecé a beberme la pintura
tras días de punzarla con pincel.
No pocos puntos pacen por mi piel.
Es líquido el fulgor sin la figura
pero por dentro es un vapor que apura
pedazos de penumbra en un papel
escrito crudo en el idioma aquel
que nunca aprendo, que siempre supura
y frunce los misterios de mi casa.
Fugas oblicuas. Siestas perfumadas.
Atornillada cresta del desvelo.
Magnificencia de la vida es-casa.
Brisa espontánea. Furias olvidadas
y restos extranjeros en el pelo.