Con las llaves de un sótano en el pelo
y la impronta del cielo en tu alegría
te conocimos, y fue el primer día
de juventud, de azúcar y pomelo.
Como si al sol se le cayera un velo
y al cactus las espinas, agua fría
nos salpicó el verano, y se podía
untar la calle en vino y caramelo.
Claro que vino el tiempo y trajo pena
pero llegamos a tu cincuentena
con el amor crecido, y la cautela
de exponerlo a la lluvia y el rocío
para que no se seque. Todo es mío
si mío es el cariño de Marcela.
Te quiero. Profundamente conmovida con cada palabra, tanto recuerdo...tantas imágenes. Nuestra Historia, nuestro amor infinito. Te quiero.
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