¡Qué bellas son las divas a distancia
y cuán penosas en la cercanía!
No son la flor, que vive y muere un día
sino un perverso giro en su fragancia
que huye de la vejez y niega infancia,
con hielo disfrazado de armonía,
para obturar en seco tu alegría
e imantar a sus aros tu ganancia.
Las hay de cine, las hay esculpidas,
las hay danzantes. Son más atrevidas
cuando se te aparecen moduladas.
Si hubiera varias, suyas son tus vidas.
Arrancan si no das, y lo que pidas
ha de pagarse en cuotas indexadas.
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