Cuando los poetas hablan
ocurre quiera decirles algo
y así se superponen nuestras voces
refractarias al coro de guarangos.
Mezcla de papel, boca ideal y silencio
sopapea el cerebro y conecta lo imposible.
El nudo de este amor es un desvelo.
Se duerme siempre al fin, como se aplacan
los conjuntos de aguas desasosegadas
tras saciarse de carnes caribeñas y chinas,
tras forzar la cintura de la sutil palmera
que declama el horror en su cabello verde.
También anda la tierra bajo luz de Italia
queriendo respirar, y lo derrama todo.
Un fandango de piedras y argamasa
se adentra como el gato entre las sábanas
hasta raspar mis pies, que cruzan rumbos
como peces de almendra en un estanque absorto.
Y si suelto este lápiz, vendrá el día.
E aqui estamos, dançando e correndo e dormindo ou insones.
ResponderEliminarSó o poeta nos acorda.
Nada que no se consuele viajando por Italia...
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