Esta verdad
que, por no compartida,
siente el
oprobio de la mentirosa,
semeja más
al cardo que a la rosa,
pervive por
caerse de la vida.
Se expresa
mal, se asusta, se descuida,
estruja la
palabra y es la cosa,
diluye
luces de ilusión forzosa
ante un
espasmo de pasión fingida.
Quizá la
historia no esté de su parte.
Halló una
guerra y alto el estandarte
de lo de
siempre con su tela nueva.
Es otro el
río y otros son los hombres,
otros los
días y también los nombres,
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