Éxodo de las Musas.
Declamación abstrusa y profusa.
Cinco actores que gritan
y uno tímido
sacrificado al fin,
acaso por eso,
en redondez
de su bella postrer anatomía,
evocación de Quevedo
-al pedo-.
Mal urdida
si urdida
la intriga.
En el minuto primero
se anticipa todo.
Faltan ciento treinta y cuatro.
Gangrenarás dos horas y cuarto
de tu estadía en Tierra.
La escena remite al campo.
Ojalá.
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