En esta muerte lenta y desasida
muerdo los tulipanes del olvido
para que muestres tu vapor de lana
sobre el frío perenne de la mueca.
Se me manchó de sol la siesta umbrosa
y cada luna se anunció soltera.
En la ternura pobre de un solfeo
soltaban globos verdes las hormigas
y tapadas de tierra hallé las voces.
Tienen cierto regusto a porcelana
porque tiemblan y rezan y sonríen
como cuando se fugan las palabras
y en la espesura de los paladares
se bosqueja un palacio derruido.
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