Superada la ilusión del mundo sucesivo
contemplaremos estos turbios días de celo
como quien mira el mar desde una roca
porque la eternidad es a destiempo.
Quizás entonces algo del orden de la esencia
se desprenda de esta carne amontonada y frágil.
Nos daremos la mano ya sin mano
y sin poder soltar.
Y sin rencores.
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