Cansa mucho aprender cosas.
Hubieras querido acaso
reservarte a una pureza
de cristal fuera de tiempo
o de bosques olvidados
con inocencia de lobo
y algarabía marítima,
pero no. El camino sigue
y de todo hace registro.
Hay jueces y contadores
asimilando los pasos
y ordenando conclusiones.
Perplejo y desnudo siempre
te aborda el amanecer,
mas la tarde es concienzuda
y metódica en su círculo.
Es claro, nada te impide
cometer el mismo error,
solo que muy a sabiendas.
El cántaro va a la fuente
ya predispuesto a romperse,
y en su tragedia minúscula
de borbotones y arcilla,
te desangrás levemente,
turbio entre bruma y morfina,
oyendo el rumor lejano
de estrellas adolescentes,
como los cinco jazmines
de aquel poeta
(Miguel).
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