Tengo el amor en paños de azucena
guardado, así fuera una joya breve
que con la carne de un rubí me lleve
al sueño ardido de tu cuarentena
que no es de enfermedad, es más de pena,
de azúcar negra, de holocausto leve,
de sollozos ahogados mientras llueve,
de tierra blanca y río que no suena.
Tengo palabras para un gran silencio
y un juicio en vilo que nunca sentencio
o sí, pero temblando me retracto.
En la vista estás vos, si me descuido;
en el olfato, el gusto y el oído,
y, como rosa mítica, en el tacto.
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