Viví cuarenta años sin un perro.
Cuarenta y algo más, se dice pronto.
Cientos de meses idos a lo tonto
Sin el amor total, sin sol, sin perro.
Tamaña sinrazón, tamaño yerro
No te lo explican en el Helesponto.
No vean ahora cómo me lo monto
Jugando porque sí, desde el encierro
A la calle, la plaza, los espacios
Distantes que no se pueden nombrar
Porque se abren en otras dimensiones.
Con un perro, las chozas son palacios.
Se multiplica por dos corazones
La fuerza de seguir, de ser y estar.
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