La sandalia del filósofo
en el labio del volcán
y el zapato de la poeta
entre las rocas del Sur
entrometían un signo
que niega el paso del tiempo.
El Atlántico es Sicilia;
Empédocles, Alfonsina,
y la muerte, una metáfora
herida de pensamiento.
Cuando en los cuatro elementos
cesa el pulso de amor y odio
el mar, el fuego y la idea
son fantasmas del paisaje.
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