sábado, 18 de junio de 2016

Taller clandestino

Casi todo resiste
la prostitución
del lenguaje.
El sol no se nombra
a sí mismo
y el agua canta
claramente
 porque es indiferente
a las palabras.
Sólo yo,
sojuzgando en entresijos
viscerales
a cien esclavos silentes
que esbozan mi rostro,
procuro hallazgos pronunciables
para rozar ese oído
que flota lejos
febril, encenizado,
como el humo sudoroso
de las industrias chinas.




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