¡Cúantos poetas hubo, tan mejores
a detallar los rumbos de la pena
que acaso va sin voz, pero que suena
en relámpagos, llantos y estertores!
¡Cuántos poemas sobrecogedores
que te arrancan a versos la melena
y te ahogan en jugos de azucena
y en la infinita herida de otras flores!
¡Cuánto Lorca esparcido en esta cama!
¡Cuánta Alfonsina! ¡Qué Miguel Hernández
y qué Lope de Vega interminable!
¡Cuánto cuello ensogándose a la rama!
¡Cuánto olvido al costado de los Andes!
¡Cuánto sublime amor abominable!
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