Vértigo en soledad a cada paso.
Vi mi reflejo en todos los abismos
y amagos de belleza encapsulada.
La voz más dulce me embruja de lejos.
La piel más suave me besó los dedos.
Infantiles los versos que repaso
repiten nombre y nunca son los mismos
en una tómbola maravillada.
Desajustado encastre de mi cuerpo.
Ácida lengua de rocío intenso.
Toda la sombra decantó en un vaso.
Bebo mis dudas y mis paroxismos.
Hago mis cuentas y resulto en nada.
Un tigre se agazapa en cada hueso
para el ave insular que marca el tiempo
lanzando plumas y anudando el lazo.
Escruta su aleteo y sus modismos.
Lame su garra quieta y afilada.
Atisbos de dolor son universo.
Mucho vampiro para un solo cuello
y para larga noche desvelada.
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