Sabe la soledad en su amargura
templar huertos de azafrán y ciruelas,
enfermedades dulces, sin secuelas,
pájaro de suelo y pez de altura.
Siente la soledad en su cordura
el frou-frou de ateridas damiselas
y un rumor de recreo en las escuelas
de lo que nunca fue, la infancia pura.
Busca la soledad luz permanente
entre los hongos y las telarañas
y en la mañana fría y los cajones
y llora en soledad lo que presiente,
horizontes de zorro ya sin mañas
con el hocico fijo en los rincones.
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