Como un
niño afiebrado
previo a la
palabra
cuyos
padres traen al templo
y llora
porque no entiende
o llora
porque sí,
por su
cuerpo caliente en la ocasión confusa,
así soy yo
por dentro
en mi ronda
litúrgica de sombra congregada,
arañando un
hallazgo de ritmo y melodía
bajo el
altar sangrado de cuanto vendrá,
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