a Ana Ferrarino
La Virgen
es una sola
mas la
vemos y llamamos
de mil
modos. Aquí vamos
a
encenderle una farola
con
fosforitos de fe,
que eso son
estas estrofas,
estas
dulces alcachofas
en que me
deshojaré.
Octosílabos
austeros,
consonantados
que ensarto
el primero
con el cuarto
y segundos
con terceros.
Virgen de
los Buenos Aires,
guía de los
marineros
y de mis
pasos primeros
que perdona
los desaires.
Virgencita
de Luján,
protectora
de la Pampa,
¡este cielo
que no escampa,
estos
golpes que te dan!
¡Viva la
madre de Dios!
¡Viva esa
Blanca Paloma
que del
Rocío se asoma!
¿Qué soy,
Madre, yo, sin Vos?
Que te
cantan, que te rezan
Rocío, niña
de Almonte;
luego, el
resto no te afronte.
Cosas que
poco interesan...
Virgen de
la Macarena,
esmeralda
de Sevilla,
¡mira qué
pobre es mi arcilla,
polvo roto
por la pena!
Señora de
la Esperanza,
en mí están
la pretensión,
el error,
la sinrazón;
en ti sola,
mi confianza.
Virgen de
la Candelaria
¡basta de
carne! Ser cera
para tu vela
primera
allá en la
costa canaria!
Mi
calandria, Candelaria,
en el pico
una candela,
sobre el
Atlántico vuela
para
cantarte tu aria.
Virgen del
Pilar, pequeña
pastora de
agua del Ebro
¡mira que
me desenhebro
y me caigo
de la peña!
Virgen de
la Soledad,
mal preso
estoy de tu nombre.
Qué poca
cosa es un hombre.
Tú, Señora,
ten piedad.
María
Desatanudos
gruesos son
los de mi pecho,
retorcidos
bajo techo
y a la
intemperie, desnudos.
María de
Guadalupe
soy pobre
con y sin oro.
Soy pecador
cuando ignoro
y pequé
siempre que supe.
Señora de
Aparecida
soy la
bestia de la selva.
Que tu
rostro a mí se vuelva.
Seré bestia
reducida.
Virgen de
la Caridad
tú tienes
lo que me falta
por eso tú
estás tan alta
y yo, bajo
tempestad.
María de
las Angustias
una
lagrimita tuya
dirá al
demonio que huya,
sanará las
rosas mustias.
Fátima, la
portuguesa
quiere
jugar con los niños.
Señora de
los cariños
puros, pan
de la mesa.
Lourdes, mi
francesita,
mi
compañera de ruta,
me está
esperando en la gruta.
Sabe quién
la necesita.
Mi Señora
de la Cinta
mucho más
que piedra o tela,
¿qué
escultor me la cincela
o qué
pintor me la pinta?
Mi Virgen
de la Amargura
andaluza y
marinera
encomendarte
quisiera
mi torpeza,
mi locura.
De Ávila,
como Teresa,
la Señora
de Sonsoles,
borda
paños, siembra coles
y quiebra
la escarcha espesa.
Mi Señora
del Rosario,
custodia de
los misterios,
no habrá ya
problemas serios
en tu rezo
extraordinario.
Monserrat,
la moreneta,
que el amor
no se nos rompa
ni el tejido
se corrompa,
tú, que
eres tan discreta.
Señora de
Balvanera,
refugio de
pecadores,
para ti,
manto de flores
que en ti,
seda es nuestra espera
o, Virgen
de Valvanera,
manzanita
de metales
preciosos,
dame las sales
que drenen
mi borrachera.
Virgen pura
de las Nieves
y de mis
antepasados,
brillo en
mis ojos mojados,
allá voy,
donde me lleves.
Virgen de
Consolación,
¿qué pedir,
si no tu apodo?
Siempre tú
tendrás el modo
de otorgar
tu advocación.
Mi Señora
de la Paz,
la que
tiene más trabajo,
cubra pulpa
de tu gajo
al turbio,
rudo y mendaz.
Virgen del
Cisne, gloria
que navega
la montaña,
Loja en ti
va. No la engaña
la
salvación ilusoria.
Virgen
clara de la Nube,
portentosa,
esclarecida,
vida más
vida que vida,
escalera
del que sube.
Mi Señora
de Suyapa,
mi
protección hondureña,
pueda yo
verte risueña
porque un
alma no te escapa.
Señora de
la Merced,
a tus
brazos extendidos
va el dolor
de mis descuidos,
los de mi
hambre y de mi sed.
Señora de
los Volcanes,
dolida como
una esclava,
que tu
suspiro de lava
purifique a
los rufianes.
Mi Señora
del Recuerdo,
cofre de
las Pequeñeces,
hay camino
si apareces,
sin tu
linterna me pierdo.
Santísima
del Rosal
¿qué seré
sin tu perfume?
Todo cuanto
en mí presume,
presume
porque está mal.
Señora de
Covadonga,
santina de
monte y mar,
tu remedio
me has de dar
para que me
recomponga.
Virgen de
Desamparados,
y esto es
decir ¡virgen mía!,
loco soy;
más lo estaría
sin un
hueco en tus costados.
Señora de
la Cabeza,
zarza
celeste y moruna,
aromada en
aceituna,
¡también
Cervantes te reza!
Estíbaliz,
ojos grandes
que desde
el cerro me miran,
por culpas
que no se olvidan
tu piedad
llega a los Andes.
Arántzazu,
espina de oro
que en el
alma te demoras,
el Oficio
de las Horas
para ti,
todos en coro.
Rábida, la
fugitiva
que en los
mares se sumerge.
En ti,
acosada, converge
la fe pura
y nunca esquiva.
Santa
Virgen del Jilguero
pintada por
Rafael,
¡que la
gracia de un pincel
llegara al
Cielo primero!
Virgen niña
de Murillo,
gigante si
pequeñita,
hiriente,
por lo bonita,
¡como el
borde de un cuchillo!
Virgen de
Misericordia,
¿qué puñado
ves acá?
Malas
piezas, claro está.
Sembradores
de discordia.
Mi Señora
del Camino,
tú que
amansas al León
¡y yo, que
voy, bravucón,
de caída en
desatino!
Mi Señora
de la Peña,
¡tú que me
miras tan fijo
como una
madre a su hijo
que mal
anda y peor sueña!
Mi Señora
de Begoña
plácida en
el taburete
sonríe. No
hay a quien rete.
¡Líbrame de
mi ponzoña!
Virgen del
Carmen, arroja
crisantemos
en el mar.
Quien ha
venido a llorar
de su
orgullo se despoja.
Nuestra
Señora del Pino,
tú en las
islas y yo aislado,
aterido,
atribulado...
¡dame luz
de tu oro fino!
Tú, Medalla
Milagrosa,
tú y tu
rostro sin malicia.
Redención
en tu caricia
Virgen
siempre cariñosa.
Mi Virgen
de los Dolores
tú no, no
me llores tanto.
No es para
siempre el espanto.
Ya vendrán
tiempos mejores.
Virgen de
la Anunciación
a ti te
canta la fuente
y un
Arcángel te consiente.
Quien
supiera esa canción.
Virgen de
la Encarnación
que nos das
a Dios humano.
Perdona.
Dame la mano.
También voy
a la Pasión.
Virgencita
de la O
tan niña y
dejando que entre
el Espíritu
en tu vientre.
¡Qué poco
me atrevo yo!
María de la
Asunción,
despegada
de la tierra.
Cada paso
que doy, yerra.
Me doy a tu
intercesión.
Señora de
la Humildad
como tú, yo
así, en el suelo,
como tú,
yo, en un desvelo
pero sin tu
majestad.
María del
Dulce Nombre,
te vi
seguir a tu Hijo
con el amor
puro y fijo
¿y quieres
que no me asombre?
Señora del
Dulce Nombre,
mi flaqueza
no te apriete,
mi tontera
no te inquiete,
mi
inconstancia no te escombre.
Virgen
Reina de los Cielos,
en ti me
lavo la herida,
por ti
retomo la vida,
a ti van
mis desconsuelos.
Señora del
Buen Consejo,
la que
siempre me hace falta.
Yo tan bajo
y tú tan alta.
Tú te
acercas. Yo me alejo.
¡Corazón
Inmaculado
de María,
en las visiones
radiante, y
en sus pasiones
por la
espada atravesado!
¿Ves, María
Auxiliadora
la pestaña
que me ciega,
patio
interior que se anega
y llaga que
no mejora?
Virgen de
Copacabana,
onda sutil
sobre el lago,
lo que das,
mal te lo pago.
Quizá me
enmiende mañana.
De los
Ángeles Señora,
y del
pobre, compungido
pecador
arrepentido,
gusanito
que te adora.
Virgen de
Chiquinquirá,
resplandor
de la pintura,
si tu vista
hoy no me cura
mañana me
curará.
Nuestra
Caridad del Cobre,
con el
mundo en una mano,
y en otra, su Soberano,
¡dame a mí
lo que te sobre!
¡Nuestra
Señora del Quinche
que me
tienes perdonado
cada pasito
mal dado,
cada error,
cada berrinche!
Virgen de
Presentación
no te
manchemos los trajes.
Seguimos
siendo salvajes
y pidiendo
salvación.
Señora de
Caacupé,
por el amor
inundada,
por el amor
rescatada,
a tu azul
me brindaré.
Nuestra
Señora de El Viejo,
voy a lavarte
la plata
y a este
dolor que me mata
lo matará
tu reflejo.
Nuestra
Evangelización,
paloma
antigua de Lima,
cada pena
que me oprima
la evapore
tu perdón.
Mi Divina
Providencia
que pide
fidelidad
y encuentra
tanta maldad.
¿Osaré
pedir clemencia?
Señora de
las Mercedes,
ando mal y
me confundo.
En el
tremedal me hundo.
Dame guía,
tú que puedes.
Mi Señora
de Altagracia
encomendarte
querría
la hiel de
mi cobardía
y el veneno
de mi audacia.
Virgen de
los Treinta y Tres,
mis
pecados, sí, son más,
pero vos
los perdonás.
Asumo que
me querés.
Señora de
Coromoto
y de las
tribus que llegan
y de los
niños que juegan
y de mi
corazón roto.
Virgen de
la Rogativa,
voz de los
necesitados,
¡tu lluvia
para mis prados
y tu amparo
mientras viva!
De las
Lágrimas Señora,
vamos a
llorar un poco
por tu hijo
y por este loco
que peca
pero te adora.
Mi Virgen
del Azahar
que tu
ramito rezume
y que
llegue tu perfume
a este otro
lado del mar.
Señora de
la Arrixaca,
romera en
los arrabales,
¡tu bondad
para mis males,
tu brillo
en mi vida opaca!
La del
Carmen de Maipú,
Señora de
las montañas
y de las
grandes hazañas,
¡quien
luchara como tú!
Mi señora
de la Puerta
transparente
y elevada,
por mis
maldades cerrada,
por sus
bondades abierta.
Mi Señora
de Loreto
fuera al
fin una argamasa
mi carne
para tu casa,
y mis
huesos, su concreto.
Nuestra
Señora de Akita,
madre santa
japonesa
que habla y
llora. ¡Cesa! Cesa
porque el
Hijo resucita.
Virgencita
Dolorosa,
¿quién no
siente y se arrepiente
y quién no
inclina la frente
al verte
triste y hermosa?
Mi Señora
del Colegio
dame a
besar tus ojeras
y tus
manitos obreras
bajo aquel
semblante regio.
Nuestro
Perpetuo Socorro
te doy las
enfermedades
y pido las
caridades.
¡Fíjate si
tengo morro!
Santa María
la Antigua
que me tome
tu ternura
y disuelva
mi locura
si mi fe se
muestra ambigua.
Mi Virgen
de los Milagros,
sé que mis
luces son pocas
y mis
entrañas son rocas
y mis
esfuerzos son magros.
Rosa
Mística del Monte,
luz de la
reparación,
penitencia
y oración,
estrella en
el horizonte.
Nuestra
Señora del Alba,
si son
duros mis terrones
endereza
mis renglones
y dame con
la collalba.
María de la
Almudena
hasta la
piedra celebra
y la
muralla se quiebra
cuando tu
nombre resuena.
Mi Señora
de Belén
aquí estoy,
por si me dejas
dormir
entre las ovejas.
Quiero ser
pastor también.
Mi Señora
de la Luz,
¡socorro al
anochecer!
También me
viste caer.
También yo
tengo mi cruz.
Virgen de
Natividad,
santa
estirpe de David,
contigo a
la buena vid
y adiós a
la vanidad.
Nuestra
Señora de Nuria
ya sabes,
siempre lo mismo;
la torpeza,
el egoísmo,
el orgullo,
la lujuria.
Virgen de
Visitación
te
esperamos, y a tu prima.
Pobre en
oro quien se arrima,
pero no en
la devoción.
Virgen de
África, María
que pide
por los morenos.
El color es
lo de menos.
¿Quién es
algo sin tu guía?
Virgen
santa de Pekín,
emperatriz
de la China,
Gloria a la
Gracia Divina
sin
fronteras y sin fin.
Mi Señora
de Sheshán,
auxilio de
los cristianos,
mi corazón
en tus manos
aromadas de
azafrán.
Ta Pinu, la
marinera,
los océanos
contigo
y otros
mares que no digo,
de mis
aguas consejera.
Señora de
Peñafrancia,
archipiélago
de amores,
remedio de
los rencores
y bondad de
la elegancia.
Velankanni,
la Salud,
tesoro de
los hindúes,
las
miserias atenúes
de todos,
por tu virtud.
Líbano,
Nuestra Señora
atormentada
de guerra
venga la
paz a esta tierra
de tu mano
sanadora.
Mi Señora
de los Pobres,
nuestros
ardores suavices,
perdones
nuestros deslices,
nuestras
deudas no nos cobres.
Mi Señora
de la Gracia
casi todo
lo consiente.
Frente a
frente, ¿quién te miente?
Nuestro
oficio es la falacia.
¡La de
Todas las Naciones,
ungida en
paños de Holanda!
La voluntad
es muy blanda
y duros los
corazones.
Madonna Negra
polaca,
¿cuál
horror no presenciaste?
¿Qué llanto
no derramaste?
La
Humanidad es muy flaca.
Mi Señora
de Kazán,
escudo si
nos invaden
y cuando
mal nos persuaden,
cuando hay
frío y falta el pan.
Señora de
Vladimir,
el Cielo
está en tu mejilla
y en plegar
nuestra rodilla.
Ternura
para seguir.
Nuestra
Señora del Don,
lo pido
porque lo tienes.
Por el don
con que a mí vienes
pido alivio
y mi perdón.
Tránsito,
Virgen que sube
de la
muerte hacia la vida.
No dejes mi
alma perdida.
Pasemos juntos
la nube.
Virgen de
la Trinidad,
pueda estar
bajo tu manto
junto al
Espíritu Santo,
Hijo y
Padre y tu bondad.
Estrella de
la Mañana,
se
disuelvan en tu anuncio
los vicios
a que renuncio
por tu
gracia soberana.
María,
Estrella de Mar,
poema de
San Bernardo,
si me hundo
o caigo, si ardo,
¿tú me vas
a levantar?
María de la
Pasión,
campana de
la inocencia,
testigo de
Su Presencia,
escape de
mi prisión.
María Madre
de Dios,
en silencio
atribulado
por el
hombre torturado
no estás
sola. Somos dos.
Mi Señora
de Itatí,
sirena del
Paraná,
¡mal pago
lo que a ti va
por lo que
viene de ti!
Señora de
la Confianza,
amiga de
las clarisas,
sustento
también de risas,
canto puro
y buena danza.
Señora de
las Victorias,
remedio de
Teresita,
triunfo que
se suscita
sin
aspavientos ni euforias.
Virgen de
la Penitencia,
dame calor
y cariño
como si
fuera tu niño.
¡Yo preciso
más clemencia!
Mi Señora
de Pompeya
en tu
rosario distingo
la prédica
de Domingo
y la Divina
Epopeya.
Mi Virgen
de la Alegría,
si mi vida
fuera bella
como tu
faz, ¡qué querella,
qué traspié
no encajaría!
Virgen de
la Salvación,
esa corona
de espinas
que te
pincha, si te inclinas
la tomo con
ilusión.
Virgen de
Vida Interior,
temo
siempre equivocarme.
¿Qué
señales puedes darme
por que no
sea peor?
Nuestra
Señora del Huerto,
dame la
buena manzana
que del mal
sueño me sana
y me limpia
si despierto.
Virgen del
Monte Carmelo,
viva yo
como eremita
cuando tu
labio me invita
al recogido
consuelo.
María del
Equilibrio,
sentido en
la sinrazón,
sosiego en
la conmoción,
y firmeza
ante el ludibrio.
Virgen de
Garabandal,
instructora
de las niñas;
si mal
ando, no me riñas.
Es flojo mi
natural.
Virgen de
Revelación,
patrona de
tres fontanas,
dame
fuerza, amor y ganas
de sortear
la tentación.
Mi Señora
de las Aguas,
que mi
pecho se desbroce
de mala
hierba en el roce
de tus
celestes enaguas.
Nuestra
Señora del Valle,
se coseche
lo que labras
con las
divinas palabras
y mi
soberbia se calle.
Mi Señora
del Buen Paso,
ese que yo
nunca doy,
torpecito
como soy
y de seso
tan escaso.
Purísima de
Punchana,
que libras
a pescadores
de jíbaros,
favores
pido a ti,
hoy y mañana.
Y tú,
Divina Pastora,
dame a
beber, que voy roto
de cólera y
terremoto,
agua de tu
cantimplora.
María de la
Sonrisa
que amparas
a los payasos
alivia
nuestros fracasos
como el
paso de la brisa.
María
Dispensadora
Universal
de las Gracias
apártanos
de falacias
y del mal
que nos aflora.
Mi Virgen
de la Ilusión,
la del pueblo despoblado,
¡qué solita
te has quedado!
Compaña es
tu comprensión.
María la
Mediadora,
por el
Señor consentida
como Reina
de la Vida
Eterna, en
buena hora.
Morena del
Baratillo,
el río
canta tu encanto;
tú me
quisiste ver santo
y yo sigo
siendo un pillo.
María
Corredentora,
tú
estuviste la primera
para
aquella dulce espera
que todo
tiempo atesora.
Buenos
Aires y Luján,
Esperanza
Macarena,
Pilar,
Soledad, Rocío,
Guadalupe,
Candelaria,
Desatanudos,
Rosario,
Caridad,
Aparecida,
Guadalupe,
Lourdes, Cinta,
Fátima,
Angustias, Sonsoles,
Amargura,
Balvanera,
Monserrat,
Consolación,
Cisne,
Nieves, Nube, Paz,
Rosal,
Suyapa, Volcanes,
Desamparados,
Merced,
Estíbaliz,
Covadonga,
Cabeza,
Niña, Jilguero,
Misericordia,
Recuerdo,
Arántzazu,
Carmen, Peña,
Camino,
Begoña, Pino,
Anunciación,
Milagrosa,
Asunción,
Dolores, O,
Encarnación,
Humildad,
Chiquinquirá,
Dulce Nombre,
Asunción,
Auxiliadora,
Corazón
Inmaculado,
Cobre,
Reina, Baratillo,
Don,
Ángeles, Buen Consejo,
Caacupé,
Copacabana,
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Trinidad,
Pasión, Mañana,
Alegría y
Mediadora
Ruega
siempre por nosotros,
ahora y en
nuestra muerte;
por los que
aspiran a verte
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