martes, 13 de febrero de 2018

Soneto antiguo

Insinuación perenne de la herida
que me nostalgia y tiñe la mañana,
ni esta costumbre de añorar es sana,
ni estos desvelos pueden ser la vida.

Abruma el cuarto sombra colorida
como presencia nítida y tirana
de quien ya no vendrá. Memoria vana
que inicia una vez más la recorrida

por tiernos monumentos del fracaso,
por la demanda oronda de unos ojos,
por un suspiro de mi aliento escaso,

por el deseo de caer de hinojos
ante la imagen que partió adorada
y dejó en su lugar hebras de nada.



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