Rara es la hora en que no pienso tu rostro.
La distancia multiplica tu presencia,
la erige sinónimo de verdadero.
Silogismo: donde no estàs hay mentira.
Se me caen los años como polvo de plátano
y arguyen a mi paso estela brumosa.
Si tu nombre y el mío fueran el mismo
quizá palpara un trasunto de lo eterno,
ceremoniosa injerencia de un color
aboliendo libertades y futuros.
Demás está decir que el color cambiaba.
Sí. Como los tonos en que te pronuncio,
por temperaturas de caricia ausente.
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