lunes, 12 de diciembre de 2016

El uruguayo

Cruza el río
cantando como no se debe.
Es personal.

Se abre una puerta y descarga
una parva
de jóvenes que ya no son.

Distorsión en la voz
y la memoria.

Todo podría haber sucedido
en este teatro.

Una guitarra
hubo siempre.
O casi.
Para buscar el tono.
Para acidular el ambiente.
Para seducir al de enfrente.

Estas luces son discretas.
Estos años son apacibles.
Como bordeando el duelo
por los padres que han muerto
y el que lo hará pronto.

Falta el perfume
de arbustos al alba

siempre en bicicleta

rondando la isla.
Desazón a pedal.

O el de cuarenta adolescentes
comprimidos.

Treinta años de imposible
apenas entibian
la butaca vacía.

El tiempo está después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aquí estamos.