jueves, 17 de julio de 2014

La negativa

Serenamente
diré que no,
porque no puedo,
Porque no quiero,
si no me nace,
si no me sale.
Casi sin voz,
sin pronunciarlo,
que no hace falta.
Todos lo notan.
Algo se pierde,
hay que aceptarlo.
No entro en negocio,
no obtengo rédito.
Caigo sin redes.
Sigo enredado.
Balas al aire,
rumbos hundidos,
luz subterránea
palidecida en
sordo rebote
contra la arcilla,
contra gusanos.
Intermitencia
de los deseos.
Fosforescencia
del desaliento.
En cinco sílabas.
Tan sincopada
la negativa.

Hoy salí al campo
bicicleteando
-pedal prestado-.
El cementerio
de Rafaela
me salió al paso.
Bajé y entré.
Ni un alma había.
Un angelito
bonito y cursi
captó mis ojos.
Se perfilaba
sobre la foto
de una pequeña
muerta al cumplirse
sus cinco años.
Año tras año
padres y amigos
dejaron placas
en su recuerdo
hasta que, claro,
ya no lo hicieron.
Ya no cabían
en el rectángulo
simple, modesto
del cajoncito.
¿Cómo murió?
¿Por qué tan pronto?
¿Por qué tan pronto
dijo que no?

Soplo de invierno
sobre los campos.
Óxido y moho
en los templetes.
Una escultura
pidió la foto.
Mujer cansada
cuidando un techo.
Tomé la foto.
Salí a la ruta.
Bicicleteando
llegué al poema.
Fuego encendido,
mate en pocillo.
Mucamas que hablan
de Maradona.

Se lavó el mate.



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