viernes, 22 de agosto de 2014

Almafuerte


El corte de la esquiva luminaria,

infinitos cristales en el piso,

lo que no pudo ser, lo que no quiso

mi patria chapucera y prebendaria,

 

la fantasía siempre estrafalaria

que ordena las visiones en un friso,

el corazón rebelde y el sumiso

con la canción del monje y voz de paria

 

empujan torpemente hacia delante

aunque no se haga pie ni haya respiro,

aunque la prisa engarce retroceso

 

porque  bulle el candor del principiante

bajo esta capa usada que transpiro,

y aquí nadie claudica. Sólo eso.




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