Gente de
entonces, se nos tensó el cable.
El
equilibrio es al borde del mal.
Es tangible
el abismo, y el final
muestra
menú de escaso degustable.
Invoquemos
aquel recuerdo amable.
Nos
contiene rozando el ideal
cuando la
alegría era natural
y la
felicidad, algo esperable.
Ni la mente
encontraba paredones
ni el
cuerpo metrallaba su amenaza.
No crujían
los goznes ni la rueda.
Hoy vamos
del jardín de los perdones
a un árido
y umbral coto de caza
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