viernes, 1 de agosto de 2014

Soneto con Adèle y Leopoldine

Retirando agua de las arenas
amadas antes, tan de mi verano.
Cuánto vacío cabe en una mano
si es que al fin callan todas las sirenas.

Cuánta arcilla hueca visible apenas
bajo barrancos donde muere el llano.
Alarido de gaviotas. Insano
antiguo correteo de las nenas

ahogadas o locas, como dos hijas
de Víctor Hugo, que quedaran fijas
en la herida inconsciente de la playa

y recitan mudas versos de bruma
a la dulce embestida de la espuma
que las cubre, las muerde, las desmaya.

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