Casi imperceptiblemente
sucedió. Hoy es un hecho.
Dejaron de estar enteros
los otros. No se les ven
esas máscaras de mármol
magnas, intimidatorias,
fragmentadoras de niños.
No están seguras sus voces,
titilan en la penumbra,
se agrietan en los diptongos.
Van mal armados, los otros,
a lo que ignoran. A todo.
A lo que temen. A todo.
Lo que desean les cruje.
Lo que detentan los triza.
Otrora nos comparábamos,
creíamos y padecíamos.
Esto de hoy no nos afirma.
Al otro lado del vidrio
en fragilidad extrema
cierta falta de contraste
nos esmerila la rúbrica
y quisiéramos fraguar
enjundiosos carnavales
para tener un respiro
de plumas y cartapesta
mientras Venecia se hunde
sin ti, pero con turistas
ávidos de gondolieri.
La vida por esa foto.
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