Perdida por
el monte va esta cabra.
No distingue
la hierba de las rocas.
Mucho el
peligro para fuerzas pocas
sin luz que
guíe o senda que se abra.
No sabe este
hombre la tierra que labra.
Se mezcla
el sueño a sus ideas locas.
Una es el
hambre para muchas bocas.
El silencio
de Dios es su palabra
y la escarcha
apacienta en los oídos.
Tiembla el
fantasma de los tiempos idos
sobre el
hilo que teje la quimera.
Gime la
cabra cuando duerme el hombre.
Bendito quien
despierte y quien se asombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí estamos.