Temo a tu
timidez más que a tu encanto
porque de
tu coraje me alimento
y, en lo
que te recoge, acaso siento
que importo
mucho, y no pretendo tanto.
Brota la
voz y se despliega un manto
con
transparencias en combate lento
de
prudencia y ternura. Es incruento
porque la
sangre se resuelve en canto.
Pero si se
desmarca tu mirada
del fugaz
cuadro que nos muestra juntos
algo en el
alma se antoja borroso
y no te
quiero lastimar por nada,
antes
sepulto tijeras y asuntos
de lo que corto mi clavel hermoso.
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