martes, 30 de septiembre de 2014

Primavera


 

 
Hay pajaritos de plata

sobre las monjas sin cofia.

Hay hortensias ensañadas

con las novias.

 

Hay jardines adornados

con princesitas de pólvora

donde el sol inconsolado

se hace sombra.

 

Hay crisantemos de plomo

injertos en el estanque

y el agua raspa piropos

a los bagres.

 

Hay sombreros de manteca

para los sauces enanos

y algaradas picarescas

de los patos.

 

Hay sopranos encendidas

por los violines de cobre

y sus trenzas obnubilan

a los hombres.

 

Hay zapatillas de baile

colgando en perchas de humo

salpicaditas de esmalte

rojo oscuro.

 

Hay cataratas de perlas

donde el río se atolondra

y un montón de bicicletas

voladoras.

 

Hay tiburones de azúcar

risueños y dormitando

sobre azucenas de espuma

de leopardo.

 

Hay colibríes quietitos

en la raya del alféizar

y un goteo por sus picos

de frambuesa.

 

Hay gladiadores en vela

zurcidos a los cancanes

y un mono que les enreda

los collares.

 

La dalia de Federico

desoye en su raso verde

la protesta de los mirlos

penitentes

 

y con luz de las manzanas

vierte perfumes en tela

el zumo de una palabra:

 
primavera.



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