sábado, 13 de septiembre de 2014

Implosión


 

 

Ah, la voz que sí se oye

en el silencio, la quietud, la fuga,

pero se extingue al traspasar la puerta...

 

Quién le pudiera sostener el pulso,

acoplarse a su nota,

encomendar los vuelos en su pluma

como un pájaro más

que no razona el canto ni da nombre

cuando se sabe del azul y el viento

abandonando el nido

que se entramó obsoleto y anacrónico.

 

Es tiempo de surcar otro hemisferio,

aquel donde el pasado no hace trampa.

Hay que afianzar el rumbo

sin brújula ni mapa y garantía

hacia el tibio reborde de una tarde

de flores con abejas,

de ocaso demorado,

de cita con lo eterno

tras dar adioses a lo repetido.

 

Que la mente no cierre las cortinas.

Que la sangre no pase de su punto.

Que resuene esa voz,
 
la sencilla implosión de lo infinito.




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