“No hay
ingratitud hermosa” (Lope de Vega, “El Perro del Hortelano”)
Belleza
insustancial, ingratitud
esmerada,
la suavidad mentida
de tu
preciosa voz ya no convida
como hizo
antes. Brindo a tu salud
en esta
casa que como un ataúd
custodia
aquello que quedó sin vida.
Tu paso por
aquí, mi tonta herida,
deseos
confabulados en alud.
Para
ignorarme así tendrás excusas,
fácil se
justifica el abandono.
¿Seré quien
tire la primera piedra?
Resuenan
melodías inconclusas.
Pesa más el
cariño que el encono.
Se impone a
lo demás, como una hiedra.
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