Traías
sabor de compota de pera
hervida en
fiestas de alguna prisión,
pena
escombrosa de demolición
y una
defensa oscura y altanera.
Y yo te
captaba de tal manera
que en vos
veía clara tu mejor versión.
Hacértela
parir fue mi ilusión.
Gozarla
junto a vos fue mi quimera.
Veía detrás
de los negros abanicos
luciérnagas
de azahar, árbol sensible,
un violín
afinado y en desuso
de una
trituración nada ostensible.
No hubo sangre ni escándalo ni abuso.
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