Traigo mis
cuatro talones de Aquiles
al aire en
la estampida. Soy igual
que nieve
derretida. Un animal
con miedo y
sin instinto. Yo entre miles
de tigres y
jirafas y mandriles
huyendo del
incendio. Un arenal
profundo,
movedizo y sin final
me raspa
los costados. Sin candiles
vendrá la
noche oscura tras el fuego.
Nadie sabrá
palabras. Un gruñido
de dolor
espantado y poco más.
Esto es lo
que me espera y así llego.
Soterrada
amapola, ciervo herido,
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