Dijiste que
nunca te casarías.
Ni mascota
ni hijos ni marido.
Yo no pude
escuchar. Fue mi descuido.
Perro
huérfano voy por faltas mías.
También se
te escapó que me querías.
No del todo
ni tanto o como pido.
Yo no pude
esperar. Fue mi descuido.
Quizá debí
regar lo que sentías
y no quedar
así, de manos pobres
cruzadas en
plegaria silenciada
con todas
las ausencias por delante.
Parto. Las
cartas mías y los sobres
vienen
también. Y vos como si nada
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