Despido la
ilusión más dolorosa
como si
fuera un ramo de alegría
que se
marchita. Tonta es la manía
que ama la
pena si la encuentra hermosa.
Despido el
llanto, la pasión celosa,
dulce labor
con hilos de agonía,
y aunque mi
duende malo no quería
puedo
sentir que estoy en otra cosa.
El duende
insistirá. Vendrá a buscarme.
Afinará su
rostro en la ternura
y me dirá
que es parte de mi casa
no con
palabras, sólo con mirarme
como quien
ya conoce mi locura
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