El infierno es una mujer fumando.
Sentada en el parque, lentes oscuros.
De sus labios algo ajados y duros
el humo abundante sale apestando
el verde cercano. Quizá pensando
en seres ingratos, rencores puros
como si de siempre por tan maduros
a su piel de crema van asomando.
El pelo rubio de tintura opaca
resiste la brisa sin inmutarse.
Brota amargura. No está nada flaca,
grasa y orgullo vinieron a quedarse.
Algo distraída sorbe un café
Y masculla algo. No adivino qué.
Que hermoso , cuanta intensida reflejada.
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