Anduve tan
distraído
que así te
solté la mano,
sin querer
ni darme cuenta.
Hoy pido
que me rescates.
Ha sido
como ese sueño
en que
andamos por la calle
completamente
desnudos
y lo
descubrimos tarde.
Entonces
buscamos ropa
implorando
que los otros
no nos
hieran de sus ojos.
Queremos
ser transparentes.
Apenas unas
chancletas
en los
pies, y va estampado
en la piel
por todo atuendo
el signo de
la vergüenza.
La mente
que se acelera
y el cuerpo
que no responde.
La casa que
queda lejos
y el
despertar que no llega.
Ha sido
perder a Dios
como caen
las monedas
por el
bolsillo agujereado
de unos
viejos pantalones.
Ha sido
arribar muy tarde
a citas no
concertadas.
Ha sido
sembrar sonrisas
en la
máscara sin labios.
Ha sido
tomar el tubo
-último de
los teléfonos
públicos- y
rebuscar
esa moneda
perdida.
Ha sido
encontrar la voz
y quedarse
sin palabras.
Ha sido
dejarte a Vos
y
atragantarse en vacío.
Y llamar y
que no atiendan.
Y explicar
y que no entiendan.
Sólo lograr
que se ofendan
porque sí. O por las dudas.
Si hoy alzo
al cielo los ojos
encuentro
el techo muy bajo
todavía.
Las arañas esquineras
esperan,
como es costumbre.
Pero tengo
la maleta
ansiosa de
abrir el vientre
a lo que
deba llevarme.
Tengo fecha
de regreso.
Y estarán
nuestras imágenes
más
inspiradas que nunca.
Postergarán
el reproche.
Me verán
abrir la puerta.
No
preguntan, porque saben.
No
alborotan, porque sienten.
No gritan
si ando desnudo
y me visten
cuando duermo.
Porque los
sueños que vienen
ya no pueden
ser los mismos.
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